domingo, 11 de marzo de 2012

La noche americana

TÍTULO ORIGINALLa nuit américaine
AÑO1973
DURACIÓN115 min.
PAÍS
DIRECTORFrançois Truffaut
GUIÓNFrançois Truffaut, Jean-Louis Richard, Suzanne Schiffman
MÚSICAGeorges Delerue
FOTOGRAFÍAPierre-William Glenn
REPARTOJacqueline BissetValentina CorteseDaniAlexandra StweartJean-Pierre AumontJean ChampionJean-Pierre LéaudFrançois Truffaut
PRODUCTORALes Films du Carrosse
PREMIOS1973: Oscar: Mejor película de habla no inglesa
1973: BAFTA: Mejor película
1973: Círculo de críticos de Nueva York: Mejor película]
1974: 3 nominaciones al Oscar: actriz de reparto (Cortese), director, guión origina.





















Una mujer de chaqueta roja con un portafolio camina por un parque, pasa un bus, la mujer compra una revista y se cruza con unos niños que intentan frustradamente subir una señal de tránsito; luego, baja a una estación del metro mientras un hombre de traje gris sube por las mismas escaleras.  Unos segundos después aparece un convertible rojo y nuevamente el hombre de traje gris, que acabó de subir las escalas del metro, hace el gesto de pegarle a otro cuando una voz irrumpe la cotidianidad gritando: “CORTE”, esa voz viene del director de la película que se está rodando con  centenares de extras en una ciudad, que a su vez es un gran set de exteriores, de los estudios Victorine en Niza para una película que se llama: “Je Vous Presenté Pamela” (Les presento a Pamela).  Mientras decenas de personas siguen atentas las indicaciones del director; como en un deja vú, se repite nuevamente la secuencia filmada unos minutos antes con perros, ciclistas, tenderos, niños, ancianas, autos  y de nuevo en escena el hombre de traje gris, Alphonse, mientras una gran grúa roja sigue con una cámara atenta todos los movimientos de esta ciudad set, cuyo ser supremo, el director, con un poder y una autonomía  absoluta, controla hasta el más mínimo detalle.  Nos encontramos en el rodaje de una película dentro de una película.
La Noche americana, técnica con la que se pretende rodar una escena de esta película, fue desarrollada inicialmente en Estados Unidos y es llamada: “Day for Night”; consiste en simular la luz nocturna en escenas rodadas de día mediante manipulaciones de la exposición, aumento del contraste y el uso de filtros cromáticos.  Se cierra un poco el diafragma de la cámara para que entre menos luz y se le coloca un filtro azul al objetivo  con el fin de simular una sensación de luz de luna.  Fue un recurso muy utilizado en el cine en tiempos en que no había medios para iluminar adecuadamente un escenario por la noche y ni las cámaras ni las películas tenían la suficiente calidad para que se viese bien lo que se rodaba y pudiera ser apreciado adecuadamente en la pantalla.
Es entonces desde su título, La Noche Americana, un homenaje al cine que es motivado por la nostalgia de un arte que marcó el estilo y llenó de influencias al director quien rinde este tributo, François Truffaut.  La noche Americana está repleta de homenajes a la historia y a la técnica cinematográfica, desde los créditos iniciales en los que se muestra la técnica del sonido óptico, en donde se escucha al director de una orquesta dar instrucciones a músicos que afinan sus instrumentos e interpretan la banda sonora de la película mientras se observa en pantalla la variación de la amplitud y la frecuencia de las pistas del sonido óptico.  Al finalizar los créditos, la dedicatoria es para Lilian y Dorothy Gish, hermanas estadounidenses actrices del cine silente y directoras.  En el transcurso de la película van apareciendo todo tipo de referencias cinéfilas: desde una señal en una calle con el nombre del director francés Jean Vigo, una toalla que enfoca la cámara con el nombre del también director francés Jean Cucteau, hasta un programa de concurso, en televisión, de preguntas de la historia del cine.  Se rememora también con nostalgia la filmación en estudio (Hollywood, Cinecittá en Roma), que según el mismo director: “dejarán de existir”.  Uno de los homenajes más visibles, en el que el mismo Truffaut es el protagonista, ocurre cuando recibe unos libros de cine y en un plano sostenido con música diegética (en línea telefónica) con la banda sonora que componen para la película, se muestran: El Guión de Jesús de Carl Theodor Dryer, Buñuel, Antología del Cine de Lubitsch, Igmar Bergman, “Las Películas de Jean Luc Godard”, “Las Películas de Hitchcock”, Roberto Rosellini, Howard Hawks y Bresson.  Finalmente, en una secuencia onírica, Ferrand, el director, reconstruye en su inconsciente, en un sueño por etapas, un recuerdo de su niñez: el robo en un teatro de unas fotos de la película “Ciudadano Kane” de Orson Wells; una por una, las alcanza con un bastón y se las lleva; en esta escena, Truffaut rinde un especial tributo a una película, que según él, cambió su vida.
En una habitación de Londres en 1971, mientras Truffaut escribía el guión de La Noche Americana, reflexiona sobre el oficio del director: “Hacer una película es como viajar al Oeste, esperas un viaje precioso y luego dudas si llegarás a tu destino”, “Quién es un directorAlguien a quien le hacen preguntas de todo y a veces tiene respuestas”, “Por qué no hago películas Políticas?”  “Antes de comenzar, espero una película perfecta.  Cuando hay dificultades me conformo con terminarlaA la mitad me digo a mi mismo que puedo hacerlo mejor, luego puedo corregir errores, tratar de hacer la película más vívida.  La película ya está terminada, los actores ya están acomodados en su papel, los problemas ya están resueltos, la película reina”.  Sin embargo, el que alguna vez fuera su gran amigo, Jean-Luc Godard, no está de acuerdo con el tratamiento del oficio del director en La Noche Americana y lo manifiesta en una carta que le envía a Truffaut: “No vemos al cineasta comprometido, vemos al hombre al que todos recurren buscando solucionar problemas.  ¿Es una visión facilista y demasiado autocomplaciente del trabajo de un director?  Esa fue la película que vio Godard en una larga carta en la que lo acusa de mentiroso, de vender su cine, de no tener una visión crítica objetiva” (Una Vida Hecha Cine, François Truffaut, Juan Carlos Arroyave).  En la historia del cine se han hecho varios intentos por explorar el proceso de creación artística, algunos han sido exitosos como el documental de Víctor Erice: “El Sol del Membrillo”, en donde un pintor, Antonio López, pinta la luz que se refleja a ciertas horas del día en los frutos de un árbol conocido como membrillero; sin embargo, la esencia de la creación artística y de cualquier disciplina en general, difícilmente podría ser capturada en una pantalla, empezando por la concepción de las ideas, proceso que se genera, la mayoría de las veces, en etapas (como el sueño de Ferrand); Truffaut es consciente de esta limitante y por eso no le da el tratamiento solemne a esta película que Godard exige para narrar del oficio verdadero de un director de cine.
Me han preguntado cien veces este año: “¿No teme arruinar el misterio de un arte del que usted está tan orgulloso?”, y cada vez he contestado que un aviador puede explicar todo lo que sabe acerca de pilotear un avión, pero nunca tendrá éxito en desmitificar la intoxicación de volar” (François Truffaut en el rodaje de La Noche Americana).  Y es que después de observar muchas repeticiones de escenas, la construcción del guión durante el rodaje, los cientos de extras, el control de la intensidad de la lluvia en una ventana, la nieve artificial creada a partir de la espuma esparcida por un compresor, los efectos sonoros: aplausos, risas, susurros y más aplausos, el montaje, los dobles para las escenas de riesgo, todo el equipo de rodaje observando la proyección al final de la jornada y a los actores repitiendo al unísono sus líneas con sus imágenes en pantalla, se puede experimentar una pérdida de la inocencia frente a las imágenes de una película; sin embargo, no deja de ser fascinante entrar en ese mundo mágico y ver develados algunos de sus secretos.  Es inevitable la perplejidad que se experimenta cuando se comprende que para que esa gran máquina funcione se requiere de una perfecta sincronía que pareciera que se produjese a partir de la misma magia que irradia.  De este  mundo mágico finalmente nos queda su esencia que está reflejada en las películas que nos ha marcado como a Truffaut.
Con un ritmo ágil y un tono ligero, La Noche americana nos muestra un rodaje lleno de una cantidad, que parecería improbable en la realidad, de complicaciones y anécdotas; romances y desengaños entre actores y técnicos, embarazos no deseados (para los productores), muertes inesperadas, la tragedia de una actriz veterana que está perdiendo la memoria, felinos inapetentes, entre otros.  En esa gran sociedad que se conforma para hacer una película: maquillistas, iluminotécnicos, utileros, productores, director, actores, escenógrafos, montajistas, guionistas, a veces pareciera que la vida se confunde con el cine porque en la vida también existe una mímesis, se representa y se interpretan papeles y roles de acuerdo con las exigencias del medio; por lo que se me viene a la mente una cita de Truffaut: “Es el cine más importante que la vida?”  “Siempre he preferido el reflejo de la vida que la vida en sí misma”, el porqué de esta última afirmación se remarca en el guión de esta película: “En las  películas hay más armonía que en la vida.  Las películas continúan.  La gente como nosotros sólo es feliz cuando trabaja”; con estas frases Truffaut defiende su tesis: “Hacer una película es mejorar la vida”; como espectador, desde la apreciación, cambio la afirmación: “ver una película es mejorar la vida” porque el cine es una fuente inagotable de sabiduría, que se consigue al haber observado y aprendido de los conflictos y vivencias de los personajes de múltiples historias.  La vida se mejora en la medida en que se actúa de forma consecuente con la sabiduría adquirida.
Al final del rodaje: “Qué rara es la vida: nos juntamos somos una gran familia… hay mucho amor… pero no tenemos tiempo…”.  La gran familia se disuelve para iniciar nuevamente otro proyecto de cine o de vida.

Gonzalo Betancur.




























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